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De este choque de ideas, de pensadores tan diversos como Marx y Heidegger, Joseph Stieglitz, Richard Rorty, Friedrich Nietzsche, Jacques Derrida, Thomas Kuhn y Hugo Chávez (entre otros), se pueden sacar tres cosas en claro entre las chispas que deslumbran al lector:
1º, que la época de las certidumbres ya terminó; la "verdad" no existe, nos queda solamente la interpretación, o sea la "hermenéutica", siempre provisional y siempre sujeta a cambios ante nueva evidencia.
2º, aunque el comunismo como lo concibieron Lenin, Stalin y otros comunistas en la época sovietica — la desaparición de clases, etc. — no es una posibilidad real, la lucha por semejante ideal es lo único que nos puede salvar de la deshumanización total.
3º, que los mejores ejemplos de esta combinación de interpretación constante y lucha por los ideales sociales de igualdad y oportunidad, o sea, el "comunismo hermenéutico", son los gobiernos demócraticos pero revolucionarios de América Latina, muy especialmente el de Hugo Chávez.
El primer argumento tiene un abolengo larguísimo, desde los antiguos griegos: la realidad es incognocible, así que lo único que podemos "saber" son nuestras interpretaciones. La expresión moderna más influyente se deriva del famoso libro de T.S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, del cual se entiende que la única manera de avanzar inteligentemente (en las ciencias como en la política, la economía o cualquier otra actividad humana) es a través de la constante interpretación y reinterpretación de nuevas configuraciones, porque la experiencia constantemente nos confronta con nuevas y sorprentes evidencias. Este procedimiento intelectual, de rechazar la "verdad" como inalcanzable mientras buscamos intepretaciones inestables pero servibles, es (simplificando mucho) lo que Heidegger llamaba "la hermenéutica.
Le creencia en una "verdad" absoluta es lo que Vattimo y Zabala llaman "metafísica", un mito o combinación de mitos a que alguna gente (nuestros gobernantes en general) se adhieren aun cuando la experiencia no los apoya. Entre las supuestas "verdades" falsas están no solamente los mitos del capitalismo puro, de "mercados libres" o "el fin de la historia" que pregonaba Fukuyama, sino también las antiguas ideas fijas del comunismo, como de que la "conciencia de clase" sería inevitable entre los explotados, o un futuro "dictadura del proletariado", etc. Aquí el argumento de Vattimo y Zabala nos recuerda el brillante ensayo de Zygmunt Bauman, "Réquiem para el comunismo" en su libro Daños colaterales. (Vea mi reseña en Goodreads.)
Los autores nos pueden confundir con su alabanza del "pensamiento débil", que no quiere decir flojo sino sin fuertes compromisos ideológicos. Es algo como el pensamiento "abierto" de Karl Popper, y muy parecido al pensamiento "líquido" de Bauman — que no solamente acepta nuevas corrientes, sino que puede cambiar su curso cuando sea preciso. (Curiosamente, entre los muchos autores que citan Vattimo y Zabala, Bauman está ausente.)
El tercer argumento es, para mí, el más problemático. Creo que es bueno e importante reconocer que los gobiernos dirigidos por Hugo Chávez y Evo Morales, y de otras maneras los de Dilma Roussef y José Mujica, representan rupturas con viejos modelos y que, de sus diveras maneras, intentan crear sociedades más justas e igualitarias. Pero los autores obvían muchos de los problemas y las contradicciones del chavismo, y de la larga historia de gobiernos de una "tercera vía" en ese continente, desde Getulio Vargas y Juan Domingo Perón a (con muchas diferencias, pero también una vía alternativa) Salvador Allende. Pero esos son argumentos para otro ensayo.
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