Un hombre normal, al volante de un coche normalito, agobiado lo normal por todo lo que estaba pasando y por todos los problemas personales sin resolver, de repente se despertó — ¿después de un milisegundo? ¿o 3 o 4 siglos? ¿o un milenio?— conduciendo en una niebla tan espesa pero tan espesa que lo único que alcanzó ver antes de dejarlas atrás, eran unas palabras borrosas que parecían decir “CAMBIO DE SENTIDO”. Y se preguntaba si seguía en el sentido original o el contrario. Entonces reflexionó de nuevo en por qué estaba donde estaba y por qué conducía por una carretera en niebla y con un “¡Ah! Sí”, vió la solución.
(O sea, el dinosaurio ya no estaba allí.)
me leo todo — no me salto / ni los avisos económicos… — Nicanor Parra, "El Premio Nóbel [de Lectura]"
08 diciembre 2011
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