My rating: 2 of 5 stars
Es una sátira envuelta en una broma, derivada de la película del mismo título, sobre el retorno de un supuesto premio Nobel de literatura a su pueblo muy rústico en la pampa argentina. La sátira es muy fácil y sobre un tema muy trillado : un personaje sofisticado y de mucho mundo se sorprende de la malicia y astucia de los catetos casi analfabetos y desconfiados del campo. Autores desde Mark Twain, Antonio Machado y muchos otros habían trabajado esta ironía, a veces para burlarse de los rústicos y otras para reivindicarlos. Aquí la intención es la risa fácil, o sea, la burla. La broma es poner en la tapa la foto del actor Óscar Martínez, que hace el papel de Mantovani en la película, y atribuirle un montón de títulos de libros muy premiados pero en realidad inexistentes — porque hasta ahora, no hay ni ha habido ningún Premio Nobel de Literatura argentino. El pueblo ficticio, Salas, sí se parece a muchos pueblos más o menos aislados y remotos en el vasto territorio de Argentina, en sus detalles físicos — el deterioro de la infraestructura y la mezcla de lo antiguo con nueva tecnología importada — y en sus celos y conflictos entre familias y estratos sociales, pero el parecido es superficial, todo pintado con brocha gorda. La película, que aún no he visto, puede ser mucho más divertida (así me han contado algunos amigos), pero el humor del libro no está a la altura ni de un premio Nobel ficticio.
Me gustó esta respuesta del supuesto escritor al ignorante chofer que le pregunta por qué es escritor:
—¿ Y por qué es chofer?
—Porque es lo único que sé hacer…
—Ah… Yo igual.
Asiente con la cabeza, parece estar conforme con la respuesta. Ya.
Yo igual.
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