Tumulto by
Hans Magnus Enzensberger
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4 of 5 stars
Es el "tumulto" producido por las convulsiones políticas de los 1960 y 1970 que recuerda Enzensberger, tumulto en que él participó como observador o instigador, y que le ha dejado con infinidad de anécdotas sobre rebeldes, artistas y locos lindos y no tan lindos, cada uno con su idea — sensata o descabellada — de cómo transformar el mundo. El poeta alemán no era un muchacho, sino ya tenía 34 años y algún reconocimiento en su país (Alemania federal) como poeta cuando primero se aventuró a la Unión soviética en 1963, así que tenía la ilusión condimentada por cierto escepticismo. Quería ver qué había de verdad en esa visión de liberación y "hombre nuevo" — y aprendió algo de ruso y formó muchas amistades y relaciones que le durarían toda la vida.
Desde entonces, sin dejar de ser poeta, ha procurado surfear las potentes olas de la historia casi sin mojarse. Quiero decir que, a pesar de sus evidentes simpatías revolucionarias y proto-anarquistas, casi siempre estaba en otra parte cuando las revueltas y las reacciones policiales histéricas alcanzaban sus puntos explosivos, ya sea en Berlín, Noruega, Francia, Cuba, Praga u otros focos incendiarios.
Ahora con sus 80+ años, el poeta inventa un otro yo, crítico e impaciente, que le cuestiona sobre sus recuerdos y sus viejas notas en dietarios y publicaciones de esos años. Él, el entrevistado, exaspera y cansa a su entrevistador imaginario, insistiendo mucho en su "novela rusa" — una novela no escrita sino vivida, su largo romance y menos largo matrimonio con Maria Alexsándrovna Makárova — y volviendo una y otra vez a su larga y complicada relación con Cuba y su revolución, por la cual guarda mucho afecto y muchísima crítica. Con otras muchas anécdotas sobre sus conocidos y sus experiencias en Berlín, su cómoda casa en Noruega, y visitas relámpagos a Tahití y a Nom Pen, etc., y sus etapas de profesor universitario en los EE.UU.
« La mayoría de los que llevaban la revolución en la boca sólo querían asustar a la gente, y lo consiguieron. Nunca les creí del todo, » dice. Pero él participaba gustoso en el teatro, y generalmente apoyaba a los activistas, a una distancia discreta. Es buen observador y, al parecer, buen ser humano, un gran guía que llevará al lector a conocer muchísmos de los personajes claves de esa época convulsa.
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