Arriba del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación vive una cuadrilla bravía que vigila la urbe y, de noche, toma vuelo para planear sobre ella, saltar y bailar como todo ser alado digno de su condición y orgulloso de su vitalidad. Eso sí — para que los bípedos terrícolas no nos asustemos notando su ausencia de su morada diurna, siempre dejan un simulacro, una especie de sombra tridimensional de los caballos,la potente mujer alada, las doncellas y guerreros que los acompañan.
Y así han hecho desde que a fines del s.XIX el escultor los indujo a posarse allí, arriba del ahora renombrado Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, de donde podrían, si quisieran, ver el follaje del Real Jardín Botánico y han podido observar la transformación del antiguo Hospital General en el nuevo (desde 1986) Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Pero la verdad es que pasan casi todo el día, todos los días, mirando en otro sentido, a los grandes y brutales grifos con inmensas alas y sonrisas malévolas que aguardan arriba de la Estación de Trenes Atocha y que no son amigos de ellos. La verdad es que dichos grifos son más traviesos que malos, pero a través de los decenios han gastado algunas bromas a expensas de los primeros. Porque los grifos también han aprendido el truco de dejar una mera sombra de sí mismos en su lugar, para salir a jugar. Y cuando se han encontrado en el aire de la noche con los del Ministerio de Agricultura, ha habido veces en que aposta asustaban a los caballos y los hacían perder momentáneamente el equilibrio, cosa que deja muy molesta a la educada dama alada que lidera el grupo.
Esas son historias que todos los que frecuentamos Madrid y los alrededores de Atocha sabemos, pero de ello poco hablamos para que los visitantes nos nos tomen por locos. En todas las grandes ciudades construidas por arquitectos y artesanos en los tiempos de magia, las esculturas juguetonas salen a hacer sus fechorías y sus bromas de noche. La particularidad de las figuras del Ministerio de Agricultura es que siempre se han portado de manera muy educada, digna y discreta, como corresponde a españoles y españolas del fin del siglo xix. Mientras los grifos pertenecen a otra mitología, otra magia más libre y vulgar.
Imagen captada por teléfono móvil 10-9-2011 |
Empezó una de esas noches de turbulencia, con una de las muchas grandes asambleas de protesta (contra la visita del papa, contra los cortes del presupuesto para la educación, contra la reforma sin consulta de la constitución, contra lo que sea que indigna a los indignados). Fue una con encontronazos entre los enérgicos manifestantes y la aburrida y cansada policía de Madrid. Resulta que unos personeros del Gobierno de Esperanza o de Gallardón, o tal vez de ambos (tenemos nuestras fuentes pero no son del todo fidedignas) se asomaron y algunos seres no identificados pero voladores, bueno, OVNIs se podría decir, bajaron en picado para darles un enorme susto.
Nosotros estamos convencidos que fueron no los de Agricultura, sino los grifos de Atocha. Porque conocemos su historia. No es que simpatizan especialmente con las causas de los manifestantes, sino que les encanta gastar bromas y les gusta la gente que les parece traviesa como ellos. O sea, estarían del lado de los jóvenes manifestantes y no de la policía, sólo por ser rebeldes.
Pero de alguna manera dejaron impresa una huella que parecía ser de herradura en el pavimento de la Plaza del Sol, y así han despistado a las autoridades. Semejante OVNI, o en este caso bestia mítica voladora que dejara semejante huella, hizo culpar al grupo inocente. Y ahora los tienen enjaulados, los pobres. ¡Así es que fastidian los grifos de Atocha, y hacen sufrir a las almas de Dios que aguardan arriba del Ministerio! Otra injusticia más en la larga historia de injusticias españolas.
Los grifos se ríen. |
Para mejor imagen de las figuras en el Ministerio de Cultura, ve esta foto por Ángel Carro Gigosos.
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