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Feuerbach es un actor maduro largamente en paro. Elegantemente vestido y desesperado por conseguir un papel para volver a las tablas, acude para una cita con el director de una nueva obra. Pero el director no está y es El ayudante, un joven y probably aspirante a director escénico, que lo recibe y lo acompaña en su espera. Que va a ser larga.
El ayudante tiene un momento de emoción desbordada, breve, pero aparte de este momento es el viejo actor Feuerbach que lleva todo el peso del drama, en una magnífica representación por Pedro Casablanc. ¡Qué actorazo! Mientras espera y desespera, él recuerda y revive sus triunfos y decepciones, explota en ira, se disculpa abyectamete, actúa escenas que no se sabe si realmente alguna vez presentó en algún teatro — nombra teatros de varias pequeñas ciudades alemanas — declama, y luego repite, con voz fuerte y gestos dramáticos un largo parlamento en italiano, suelta unos pájaros mágicos con tanta convicción que casi nos hace verlos volar. Después describe en tono muy serio las muchas cosas que aprendió de un importantísimo director escénico cuyo nombre no le suena al ayudante, y que resulta — se le escapa el dato en un desliz — haber sido realmente el psiquiatra que lo trató durante los siete años que fue recluido en una clínica.
Este papel le permite al actor hacer casi todo lo que sabe, desde vodevil a tragedia, tristeza a exuberancia, enorme energía y decaimiento. Sin semejante actor, no sería nada más que una serie de largos monólogos. Me hizo pensar en el contraste con Chéjov, cuya comedia "Los veraneantes" habíamos visto en una versión actualizada también en La Abadía. El dramaturgo ruso nos presenta un problema o conflicto para al final resolverlo de alguna manera inesperada. En cambio en "Feuerbach", Tankred Dorst (dramaturgo y escritor alemán, fallecido en junio de este año) no resuelve el problema, solamente lo expone y lo profundiza, como para decir que este problema del viejo actor y sus locuras no tiene solución. Y funciona, si tenemos un actor tan bueno como éste.
2 comentarios:
Bien escrito, Geoffrey! Ojala estuviera alli para verlo!
Gracias, Shari. Madrid es un gran lugar para ver obras de teatro muy buenas, con entradas mucho más baratas que en Londres o Nueva York.
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