ISBN 8433997823
(ISBN13: 9788433997821)
Una visión triste de la vida en Cuba entre 1976, cuando la niña de 6 añitos Nieve Guerra empieza su diario, y 1990, cuando todos sus amigos o conocidos que sueñan con una oportunidad en la vida se van — a Miami, o México, o Europa. El diario de Nieve ofrece vistazos de algunas figuras históricas — Wifredo Lam ("un pintor que es famoso en el mundo entero, un viejito medio chino"), Carlos Varela, Silvio Rodríguez, Gonzalo Rubalcaba, Carilda Oliver Labra, Frank Emilio, Fidel Castro,— pero el mayor interés de la novela está en los personajes tipos: El padre brutal que hace gala de su compromiso revolucionario hasta unirse a la ocupación de la embajada de Perú (1980) para huir al país enemigo; la madre comunista y frustrada que no ve salida del decaimiento de la revolución; la compañera de la escuela de arte, nieta de un famoso escritor exiliado, castigada cuando la descubren con un libro de él; el teniente prepotente en el Concentrado Militar, donde las niñas tienen que aprender a defender la patria con fusil; y artistas varios, los que se atreven a criticar los abusos y las faltas del sistema y ven sus obras borradas y suprimidas, y otros que usan su supuesto compromiso revolucionario para vender bien sus obras fuera de Cuba. Entre estos últimos, un hombre 10 años mayor que ella que se hace su amante, su profesor de sexo, y su dueño, hasta que él también se va — a Europa, pero sin cortar su lazo público con Cuba. Pero Nieve no se va, porque no tiene edad para ir sin permiso de su padre y el padre está en el exilio.
El lector tiene que aceptar que esta chica no solo ha podido mantener un diario desde su infancia hasta los 20 años, sino que también ha podido conservar todos esos cuadernos a pesar de las prohibiciones y castigos y mudanzas que ha sufrido. Yo no lo creo, pero lo acepto como recurso para presentar tantas experiencias. Todo el libro parece ser, no un rechazo de los ideales de la revolución, sino un lamento por verlas tan incumplidas, y el desplome repentino de un edificio en La Habana parece simbolizar lo pobre y corroido que está el país.
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