
My rating: 5 of 5 stars
Cinco relatos llenos del lenguaje, la vida y las confusiones de todo adolescente. La colección comienza con el relato más corto, "Demostración de la existencia de Dios", donde el quinceañero Rafa, rabioso, en jerga juvenil madrileña insulta a un Dios en quien solía no creer, por lo mal que está pasando su equipo, el Vallecas F.C. Pero la risa del lector se disuelve en otra emoción más grave tan pronto sabemos la verdadera razón por qué este chico necesita culpar a Dios por un desastre familiar demasiado grave para él soportar.
En "Tabaco y negro", es una chica, también madrileña, hija y nieta de sastres de trajes de luces para toreros, que nos cuenta sus luchas por superar la mezquinidad de su entorno y afirmarse como una persona con autoridad y capacidad para dar fuerza a otros. Es muy hermoso el cuento, e inesperado el final.
Es la voz de un hombre ya maduro que narra "El capitán de la fila india", recordando su adolescencia entre primos mientras asiste a una disputa sobre la herencia de una tía recien difunta. El primo mayor que más le había impresionado, y una prima a quien apenas había prestado atención, se han transformado, ella para mejor y él no tanto, y esto lleva al narrador a reflexionar sobre los extraños giros que han dado sus vidas. Se puede leer como una reflexión sobre los cambios sociopolíticos en España desde los primeros años de la Transición (es decir, después de la muerte de Franco) — perspicaz e inteligente, pero carece de la energía y comicidad de los otros cuentos.
En "Receta de verano" escuchamos la voz de una chica que, llegando a los 18 años, descubre simultáneamente el deseo erótico y lo complicado que pueden ser las relaciones entre ellas y ellos — a través de encuentros con hombres (incluyendo a su padre, incapacitado, a quien tiene que cambiar los pañales) y con chicos de su edad. Para mí, presenta magistralmente las confusiones y dudas de esta "estación de paso" de una joven.
Pero mi favorito es el último relato, "Mozart, Brahms, y Corelli", donde Tomás, un chico de 17 años, gordo, feo, y con gafas, tímido pero muy buen estudiante de violín, descubre cómo su pasión musical le puede ayudar a superar su timidez. Es también una bonita historia, observada por este chico, de algunas de las mujeres caribeñas y sudamericanas que trabajan como prostitutas en la Casa del Campo, y que son parte de la educación del joven violinista.
Creo que todos que alguna vez fuimos adolescentes podemos reconocernos, con nuestras dudas y confusiones y deseos de esa "estación de paso", en uno o más de estos relatos.
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