Chacón, Dulce.
La voz dormida. Madrid: Alfaguara, 2002.
En el Club de Lectura de Carboneras, este es uno de los libros que más impactaron. Es sobre los terribles sufrimientos durante el gobierno franquista de las mujeres presas por haber apoyado la República -- una historia largamente callada, que aún estremece a los que vivieron esa época y a los más jóvenes que recuerdan los tensos silencios de padres, tíos o abuelos. El libro pretende dar voz a esas mujeres que, por miedo, represión, vergüenza o simple incapacidad de encontrar las palabras adecuadas, no habían podido contar sus historias.
Fue la última novela de Dulce Chacón, que
murió en 2003 a los 49 años. Para documentarse, trabajó más de cuatro años leyendo todo lo pertinente y recogiendo testimonios orales.
Fue en el el Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares que descubrió esta foto de una anónima
Miliciana de la "Columna Uribarry" con un niño en brazos -- cuya cara y aretes dió a su protagonista ficticia, "Hortensia". La historia de ella enhebra las otras historias de muchas personas. Cuando empieza la novela la República ya ha sido derrotada y Hortensia, antigua miliciana y guerrillera comunista, está presa y encinta mientras su marido sigue en la lucha armada clandestina.
A través de ella, conocemos las vidas de muchas otras presas y sus familiares angustiados. Un Consejo de Guerra la condena a muerte, postergando el fusilamiento hasta que dé a luz, y entonces el protagonismo pasa a su hermana menor Pepita -- basada en una verdadera mujer del mismo nombre. Pepita no es de portar armas como su hermana, sino una muchacha asustadiza y despavorida que ni siquiera quiere saber del partido. Pero supera el miedo para hacer cosas muy atrevidas, primero para apoyar a su hermana, después para criar a la hijita que ésta le deja, y por muchos años para ayudar a un novio que casi nunca puede ver, un temido jefe guerrillero que cae en manos del régimen y dura decadas en prisión.
La autora explicó muy bien su método y su propósito en esta entrevista:
Dulce Chacón: "La reconciliación real de la guerra civil aún no ha llegado" por Santiago Velázquez Jordán.
Al despertar esas voces dormidas, el libro me ha dejado oír también por qué tantos españoles hasta hoy admiran el Partido comunista español, por qué tantos otros lo aborrecen (aun si lo respetan), y por qué una minoría obstinada lo sigue votando. (Izquierda Unida, vehículo electoral del CPE, pudo sacar un millón de votos en las recientes elecciones y todavía gobierna en algunas localidades, incluyendo la ciudad de Córdoba. Pero sacó un solo escaño en el Congreso de Diputados, y en Navarra, el País Vasco, Andalucía y Valencia, IU es cualquier cosa menos unida, mientras en las otras autonomías apenas existe.) Hay que admirar el tesón y la valentía que demostraron Hortensia, Paulino/Jaime, Reme, Celia y los otros comunistas de la novela y de la historia real. Y hay que horrorizarse ante sus grandes errores históricos (expectativas de insurrección de la población civil, confianza en la dirección de Stalin y sus sucesores), su incapacidad de autocrítica y autorectificación y la intolerancia de sus dirigentes frente a los que no acataban, y los que hoy no acatan, su línea.