My rating: 3 of 5 stars
En Londres en 1896, la novela que H. G. Wells ha publicado el año anterior, La máquina del tiempo, ha estimulado tanto entusiasmo por la idea de viajar por el tiempo, que un promotor ha podido convencer a muchos de que — por un precio bien alto — los puede llevar a través de un "agujero en el tiempo" para ver la terrible batalla que decidirá el destino de la humanidad en el año 2000. El único que no se entusiasma es el mismo Wells, convencido de que los viajes temporales son una mera fantasía. ¿O no? El nuevo espectáculo siembra una duda.
Wells tiene que usar todo el ingenio de su fecunda imaginación para salvar a unos creyentes del desastre, para desenmascarar al promotor de los viajes por el "agujero del tiempo", y finalmente para salvar su propia vida, o sus posibles futuras vidas, cuando de repente se encuentra en los universos paralelos en que no había creído, donde se ha alterado el cauce del tiempo.
Llegaremos a sentir con gran claridad la vida en Londres en 1896, desde las mansiones frente a Hyde Park hasta el barrio miserable de Whitechapel en el "East End", y conoceremos a sus diversos moradores, incluyendo (a demás de Herbert George Wells) a "Jack el Destripador" y las putas que destripa, al trágico "Hombre Elefante", a ricos burgueses y jornaleros pelagatos, y — brevemente — a los también novelistas Bram Stoker y Henry James. La novela está construida sobre la personalidad y vida de Wells (cuya biografía está presentada en quizás excesivo detalle), pero como él es un mojigato cuyas únicas virtudes son su imaginación y curiosidad, había que detenerse en muchos otros personajes (un cochero, un inspector de Scotland Yard, los ricos jóvenes burgueses, el mercachifle defraudador y los jornaleros, et al.), que funcionan principalmente para llenar el escenario en que se mueve Wells. Y está el autor mismo, que se interpone para recordarnos de su existencia, con frases como, "Y yo, que todo lo veo aunque no tengo el menor interés en ello, como ya les he repetido varias vedes a lo largo de esta historia, puedo confirmarles que…"
¿Existen realmente los viajes del tiempo? Pues sí, y esta novela es la prueba. Como el autor casi nos confiesa al final, el verdadero viajero del tiempo ha sido él, el constructor de la "máquina del tiempo" que es esta novela. Y nosotros sus lectores hemos sido sus compañeros de viaje, ingenuos y muchas veces engañados por sus trucos.
La novela es demasiado larga, y los acontecimientos tardan mucho, y algunos de los incidentes son increíbles aún dentro de las premisas fantásticas; el autor o nos ha engañado o ha repentinamente cambiado las reglas que él mismo estableció. A pesar de estas decepciones, el retrato de Londres en ese momento es un placer.
View all my reviews